¡Qué tiempos aquellos!


El fallecimiento de Agustín García Calvo el pasado 1 de noviembre me trajo al recuerdo su manifiesto de 1970 acerca de la ficticia Comuna Antinacionalista Zamorana y cómo llegó a mis manos y la de mis amigos de entonces. Los años finales de la década de los sesenta del pasado siglo fue pródigo en reuniones en bares, tascas, bodegas...de gente joven que se encontraban casi cada día en torno a una guitarra, una jarra de vino, cacahuetes, altramuces, cecina (que aun era una comida de pobres)  y otros pertrechos para acompañar la bebida. Así fuimos conociendo, y cantando, lo que se conoció como "canción protesta". Interesaba mucho la recuperación de las canciones populares en busca de una identidad propia al margen de lo que las emisoras de radio imponían machaconamente. Eso suponía escapadas durante los fines de semana a diversos pueblos de la provincia, siempre con la guitarra a cuestas. Y en los bares de los pueblos, con un ritual similar de jarra de vino y demás, se iban recogiendo y compartiendo las canciones que la gente recordaba. Esto ocurría por toda España y gracias a la aparición de cantantes y grupos musicales de folk (al estilo USA) muchas canciones se recuperaron y se extendieron por todo el país.
En una época en que el palabro "maridaje" se escucha por todas partes, creo que se ha olvidado un matrimonio tan perfecto como el de la guitarra y el vino y lo que nos aportó. Para todos los que pudimos disfrutar de ello: ¡Salud!

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